El arte de pelar tunas
Reconozco que el arte de pelar tunas es un arte que no llevo en las venas, y creo que al ser un ser humano en toda la expresión de la palabra, lo que mas temo es... el dolor.
Las hermosas y deliciosas tunas vienen con una envoltura peculiar, listas para defenderse de sus depred
adores, la naturaleza las dotó de una vestidura que tiene espinas.
Cuando yo era pequeña, uno de los mejores recuerdos que tengo, es cuando viajábamos al pueblo de mi papá y en algún punto durante el trayecto donde el aguzado ojo de mi papá alcanzara a vislumbrar nopales cubiertos de esos preciosos frutos, justo ahí nos deteníamos.
Eran otros tiempos y otras costumbres y había que despertarse muy temprano, pues de acuerdo a mi papá, una vez que a las tunas les diera el sol, ya no estaban buenas para comerse.
La cuestión es que de manera gratuita comíamos hasta saciarnos de éste delicioso manjar. ¡Con que habilidad las pelaba! Evidentemente él traía consigo un cuchillo muy bien afilado para que le permitiera ejecutar su labor sin demora.
¿Sabes lo que mas me dejaba impresionada? Era que hacía un corte aquí, otro allá y entonces sin espinarse y yendo por debajo de esos cortes, extraía la tuna para dárnoslas.
De ésta manera y como lo enseñaron sus antepasados, tomamos de la naturaleza lo que necesitábamos, nos alimentábamos y nos marchábamos de ahí.
Mi papá creció bajo el rudo sol del campo quemante del Altiplano, él sabe muchas cosas de la tierra y de otros temas mi papá como el papá de muchos, es muy sabio.
Pues así sin más comiendo tunas recuerdo aquellos días, donde la palabra "preocupación" no habitaba en mi vocabulario.
Días en que la única preocupación era mantener el ritmo de su andar, no caerse entre las nopaleras y disfrutar, disfrutar de sus apapachos, de su compañía y de las deliciosas TUNAS.
Es inevitable que en estos tiempos, la nostalgia haga correr lágrimas por mis mejillas, por que aún en cuarentena, éstas delicias llegan a mi boca.
UltraVioleta.
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